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Ragnar, una historia que puede salvar vidas: lo que aprendí sobre la pancreatitis, la enteropatía crónica y la pérdida de proteínas (PLE) en perros

Introducción

Escribo este artículo movido por el amor inmenso que sentía por Ragnar, mi Setter Gordon, y por el deseo de que su historia sirva para evitar que otros animales pasen por lo mismo.
Ragnar nació el 7 de noviembre de 2016 y falleció el 10 de octubre de 2025 tras varios meses de lucha contra una enfermedad intestinal crónica, pancreatitis y pérdida grave de proteínas (hipoalbuminemia).

Durante ese tiempo, recorrí cuatro clínicas veterinarias en la Marina Baixa (Alicante). Pese al esfuerzo y la atención humana que recibimos, me encontré con una falta generalizada de protocolos diagnósticos y de formación específica sobre este tipo de patologías.

Su pérdida me impulsó a investigar, consultar bibliografía científica, contactar con expertos y hasta dialogar con una farmacéutica internacional para comprender qué pudo fallar y, sobre todo, cómo puede evitarse que otros perros sufran lo mismo.

Este artículo es fruto de ese trabajo. Una recopilación exhaustiva de información clínica, científica y humana sobre enteropatías crónicas, pancreatitis, PLE y prevención de septicemia en perros, explicada con rigor, respeto y esperanza.


1. La historia de Ragnar: tres meses de lucha

Entre julio y septiembre de 2025, Ragnar empezó a presentar diarreas recurrentes, pérdida de peso, apatía y heces mal digeridas.
Tras varias visitas a diferentes clínicas, los tratamientos fueron genéricos y sintomáticos: metronidazol, antiinflamatorios y probióticos como Fortiflora.
Nunca se realizaron pruebas clave como TLI, cPL/DGGR-lipasa, cobalamina, folato, coproantígenos o ecografía intestinal avanzada, esenciales para un diagnóstico funcional completo.

Cuando finalmente se detectó una pérdida grave de proteínas (albúmina por debajo de 2 g/dL), el único tratamiento aplicado fue fluidoterapia básica.
No se consideraron transfusiones de plasma o albúmina, suplementos de L-glutamina o zinc, ni profilaxis antitrombótica, pese a que los estándares internacionales los recomiendan como medidas vitales.

Ragnar fue derivado al hospital cuando su estado ya era crítico e irreversible. Falleció el 10 de octubre de 2025.


2. Qué es la enteropatía crónica en perros

La enteropatía crónica canina (IBD o CE) es una inflamación intestinal persistente que impide la absorción adecuada de nutrientes y proteínas.
Puede causar pérdida de peso, diarrea crónica, vómitos, mala digestión y, en casos graves, pérdida de proteínas plasmáticas (PLE).

Diagnóstico según las guías WSAVA y ACVIM

Los protocolos internacionales recomiendan:

  • Hemograma, bioquímica con albúmina, urianálisis y coproantígenos.

  • TLI (Trypsin-Like Immunoreactivity) para descartar insuficiencia pancreática exocrina.

  • cPL o DGGR-lipasa para detectar pancreatitis.

  • Cobalamina y folato para valorar absorción intestinal.

  • Ecografía abdominal especializada.

  • Biopsias intestinales WSAVA en casos de hipoalbuminemia o PLE.

En España, sin embargo, estas pruebas no siempre se realizan de forma sistemática, lo que retrasa el diagnóstico y agrava el pronóstico.


3. Pancreatitis en perros: la enfermedad silenciosa

La pancreatitis es una inflamación del páncreas que puede ser aguda o crónica.
Sus síntomas son inespecíficos: vómitos, dolor abdominal, inapetencia, letargia o fiebre.

Diagnóstico y tratamiento recomendados (ACVIM, Merck, ECVIM, 2023):

  • Spec cPL o DGGR-lipasa y ecografía especializada.

  • Fluidoterapia, analgesia, antieméticos y nutrición enteral temprana baja en grasa.

  • Enzimas pancreáticas ante heces grasas o sospecha de EPI.

  • Derivación hospitalaria temprana si no mejora en 24–48 horas.

En EE. UU. y Japón ya se usa un medicamento avanzado, fuzapladib (Panoquell), aprobado por la FDA y el MAFF, que reduce la inflamación pancreática y mejora la supervivencia.
Sin embargo, en Europa aún no está disponible.


4. La pérdida de proteínas (PLE): cuando el cuerpo se vacía desde dentro

La pérdida de proteínas o PLE es una complicación grave que puede derivar en ascitis, edemas, coagulación alterada y shock.
La literatura veterinaria (WSAVA, DVM360, JVIM) advierte que el tratamiento no puede limitarse a fluidoterapia.

Protocolo de actuación internacional ante PLE:

  1. Diagnóstico completo: descartar causas renales/hepáticas y valorar intestino y linfáticos.

  2. Soporte inmediato:

    • Transfusión de plasma o albúmina si albúmina <2 g/dL.

    • Profilaxis antitrombótica (clopidogrel, heparina o inhibidores factor Xa).

    • Suplementos nutricionales con L-glutamina, zinc, cobalamina y vitaminas liposolubles.

  3. Nutrición terapéutica:

    • Dieta muy baja en grasa y rica en proteínas digestibles.

    • Pequeñas tomas frecuentes.

  4. Monitorización: control de albúmina, electrolitos y vitaminas cada 5–7 días.

En el caso de Ragnar, solo se aplicó fluidoterapia, lo que, según estos protocolos, deja sin cubrir la mayoría de medidas vitales.


5. La septicemia: el enemigo silencioso

Cuando la barrera intestinal se destruye, las bacterias pueden pasar al torrente sanguíneo, provocando septicemia o endotoxemia.
Esto ocurre con frecuencia en cuadros de enteropatía o pancreatitis avanzada, y es una de las causas más comunes de muerte asociada.

Protocolo VECCS (2022):

  • Identificar riesgo (albúmina <2 g/dL, fiebre, taquicardia).

  • Fluidoterapia intensiva.

  • Nutrición enteral temprana y suplementos de glutamina y zinc.

  • Antibióticos solo con evidencia de sepsis.

  • Derivación inmediata a hospital con monitorización de lactato.


6. Cuidar el entorno físico y la energía del perro enfermo

La recuperación intestinal depende no solo de la medicación, sino también del entorno y del gasto energético.
El intestino debilitado no puede soportar el estrés ni la sobrecarga metabólica.

Recomendaciones internacionales:

  • Suspender actividad intensa y juegos.

  • Paseos de 5–10 minutos solo para necesidades fisiológicas.

  • Evitar calor, humedad y emociones fuertes.

  • Ofrecer agua filtrada o embotellada, nunca de ríos o charcos, para prevenir infecciones (Giardia, Leptospira, Campylobacter).

  • Mantener al animal tranquilo, en descanso y con temperatura estable.


7. Avances farmacológicos: el caso del Panoquell (fuzapladib)

Durante la enfermedad de Ragnar, contacté personalmente con Ceva Salud Animal (Barcelona), para solicitar información sobre el fármaco Panoquell (fuzapladib sodium).
La responsable técnica, Anna de la Herrán, me confirmó por escrito que el medicamento está en proceso de registro en Europa y que no se espera su disponibilidad antes de 2027.

Mientras tanto, veterinarios de EE. UU. y Japón ya lo utilizan como tratamiento estándar para pancreatitis aguda.
Esta diferencia regulatoria limita el acceso a terapias potencialmente salvadoras en Europa.

Solicito desde aquí que la AEMPS y la Comisión Europea aceleren su aprobación y que los colegios veterinarios promuevan su estudio y difusión.


8. Protocolo propuesto para clínicas veterinarias en España

Basado en la integración de las guías WSAVA, ACVIM, VECCS, JVIM y Merck, propongo que toda clínica española adopte el siguiente protocolo obligatorio ante síntomas digestivos persistentes:

Fase 1 – Diagnóstico básico (primeras 48–72 h)

  • Historia clínica y examen físico.

  • Hemograma, bioquímica (con albúmina), urianálisis.

  • Coproantígenos, PCR fecal, TLI, cPL/DGGR, cobalamina y folato.

  • Ecografía abdominal.

  • Dieta terapéutica inicial (hidrolizada o hipoalergénica).

Fase 2 – Diagnóstico avanzado

  • Biopsias intestinales si hay hipoalbuminemia o diarrea crónica.

  • Clasificación histológica y tratamiento según fenotipo.

Tratamiento y seguimiento

  • Suplementar cobalamina si está baja.

  • Usar enzimas pancreáticas ante mal digestión grasa.

  • Aplicar soporte proteico (plasma/albúmina) y profilaxis antitrombótica en PLE.

  • Control semanal de albúmina, peso y vitaminas.

  • Protocolo de prevención de septicemia.

  • Control ambiental y reposo absoluto.


9. Reflexión personal

Nada puede devolverme a Ragnar, pero si su historia puede ayudar a salvar la vida de otros perros, sentiré que algo de él sigue vivo en cada caso que logre superarse.

Ragnar no murió solo de una enfermedad: murió por la falta de conocimiento, de protocolos unificados y de acceso a medicamentos actualizados.
Mi deseo es que esta historia sea un punto de inflexión para que la medicina veterinaria española avance hacia un modelo más científico, coordinado y compasivo.


10. Bibliografía y fuentes consultadas

 

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