La importancia de contar historias que inspiren acción
El cambio climático es una de las problemáticas más urgentes de nuestro tiempo, pero su narrativa en los medios de comunicación está marcada por un sesgo evidente: las catástrofes, los desastres naturales y los titulares apocalípticos acaparan la atención, mientras que las acciones positivas, especialmente las comunitarias, suelen quedar relegadas al terreno de los publirreportajes o, peor aún, al olvido. Esta tendencia plantea una pregunta fundamental: ¿por qué los medios optan por priorizar la tragedia sobre el progreso?
El sensacionalismo como regla de oro
En el mundo mediático, la máxima “lo que vende es el drama” sigue siendo una fuerza dominante. Las catástrofes climáticas —huracanes, incendios forestales, inundaciones— generan impacto inmediato, despiertan miedo y capturan la atención del público de manera visceral. Esto no es casualidad: las emociones fuertes, como el temor y la indignación, han demostrado ser herramientas poderosas para captar clics, visualizaciones y compartir contenido en redes sociales. Por el contrario, las noticias sobre iniciativas positivas suelen ser percibidas como menos «urgentes» o menos atractivas, ya que no generan el mismo nivel de adrenalina en la audiencia.
Este enfoque tiene consecuencias profundas. Si bien informar sobre desastres es crucial para comprender la magnitud del problema, concentrarse exclusivamente en ellos perpetúa una narrativa de desesperanza. Cuando solo se visibilizan los efectos devastadores del cambio climático, se corre el riesgo de fomentar la apatía o el fatalismo: «El problema es demasiado grande y no hay nada que podamos hacer». Esta visión distorsionada deja poco espacio para reconocer que existen esfuerzos, soluciones y modelos replicables que merecen atención.
El dilema del publirreportaje
Cuando las acciones positivas comunitarias aparecen en los medios, a menudo se presentan bajo un formato que más parece publicidad que periodismo. Esto puede ser contraproducente, ya que la audiencia tiende a desconfiar de lo que considera «contenido patrocinado» o «relatos idealizados». Por ejemplo, una iniciativa vecinal que logra reforestar un área o implementar un programa de energía renovable rara vez se narra con la profundidad e independencia que merece. En lugar de ello, estas historias suelen simplificarse y empaquetarse como piezas superficiales, desprovistas de un análisis que inspire al público a reflexionar y actuar.
El resultado es un círculo vicioso: los medios consideran que estas noticias no generan interés, lo que limita su alcance, y al no visibilizarlas adecuadamente, refuerzan la percepción de que solo las grandes corporaciones o gobiernos tienen la capacidad de hacer algo relevante frente al cambio climático.
¿Es responsabilidad del público?
Una parte del problema podría radicar también en los hábitos de consumo de la audiencia. Los algoritmos que determinan qué noticias aparecen en nuestro feed están diseñados para priorizar lo que más llama la atención, y las historias negativas suelen triunfar en esta competencia. Sin embargo, culpar únicamente a los lectores por su preferencia por el drama sería simplista. La responsabilidad de los medios debería ir más allá de simplemente seguir tendencias; su rol es también educar, informar y equilibrar la narrativa.
La necesidad de un periodismo equilibrado
El cambio climático es, efectivamente, un tema de gran escala y gravedad. Pero su cobertura no debería limitarse a documentar el desastre; también debe mostrar los caminos hacia la solución. Esto no significa dejar de reportar los desastres climáticos, sino complementar esa narrativa con historias que demuestren que el cambio es posible, que las comunidades pueden liderar el camino y que los ciudadanos comunes tienen un rol crucial que desempeñar.
Un periodismo comprometido con el cambio climático no puede darse el lujo de centrarse únicamente en los extremos de la desesperación o en las historias de éxito vacías. Necesita adoptar una perspectiva más integral que visibilice los desafíos sin obviar las soluciones. Esto implica dedicar recursos a cubrir iniciativas locales con el mismo rigor con el que se investigan las catástrofes, contextualizando su impacto y explorando cómo podrían ampliarse o replicarse en otros lugares.
El sesgo hacia el dolor incluso en las noticias positivas
Incluso cuando los medios intentan visibilizar acciones positivas, a menudo eligen aquellas que están directamente vinculadas al sufrimiento humano, como campañas contra el cáncer, el hambre o la pobreza extrema. Aunque estas iniciativas son valiosas y merecen ser destacadas, su enfoque en el dolor perpetúa la narrativa de que las buenas noticias solo tienen cabida si están relacionadas con el alivio del sufrimiento. Esto deja de lado otras historias igualmente inspiradoras, como proyectos de sostenibilidad ambiental, innovaciones tecnológicas comunitarias o modelos de convivencia más equitativos, que muestran avances sin necesidad de anclarse en tragedias previas. Al reducir las noticias positivas a un contexto de superación del dolor, los medios no solo limitan la diversidad de la narrativa, sino que también refuerzan una percepción del cambio como algo únicamente reactivo, en lugar de proactivo y transformador.
La narrativa mediática sobre el cambio climático necesita un cambio de enfoque. Si bien las catástrofes llaman la atención inmediata, no deben monopolizar la conversación. Dar visibilidad a las acciones positivas comunitarias no solo es una cuestión de justicia informativa, sino una estrategia necesaria para combatir el cinismo y fomentar la participación ciudadana. Los medios tienen una responsabilidad ética: inspirar tanto como informar, equilibrar el miedo con la esperanza y recordarnos que, aunque el desafío es inmenso, las soluciones también están a nuestro alcance.
Reconocimiento a Alacantí TV y Carlos Espí
En un panorama mediático dominado por catástrofes y narrativas de dolor, es importante destacar iniciativas que apuestan por un enfoque diferente. Alacantí TV y su presentador Carlos Espí merecen un reconocimiento por incluir en su programación historias de acción que suman, visibilizando proyectos comunitarios, soluciones locales e iniciativas que inspiran. Este compromiso con un periodismo equilibrado no solo informa, sino que también motiva a la audiencia a creer en el poder del cambio y a participar activamente en la construcción de un futuro mejor. ¡Gracias por demostrar que contar buenas historias también puede transformar realidades!